miércoles, 29 de mayo de 2013

En la despedida... Un detalle...

A todos, nos llega el momento de esa amarga despedida…
Ese tipo de despedida, que, mientras vivimos el momento, disfrutamos de nuestro día a día, avanzamos en nuestra historia y luchamos por lo que queremos, apenas nos paramos a pensar en ella.
Aún así, en nuestra conciencia apagada, sabemos de su existencia…
Sabemos que en cualquier momento nos puede sorprender… Y digo sorprender, porque así sucede casi siempre cuando decide hacer acto de presencia... Siempre sorprende aunque la esperes...
Amarga, dolorosa, simplemente injusta cuando nos arrebata esa parte que hemos hecho esencial y vital en nosotros mismos.

Una amistad, un apoyo incondicional, un mentor y maestro en la que es tu vida, esa parte exclusiva que te da fuerzas para seguir adelante.
Un amor efímero, un compañero de batallas, un colega de barra, la vecina de abajo que te da lecciones de vida, el chismoso del barrio que tanto sabe de todo el mundo, aquel que todos los sábados venía a leer el periódico y a tomarse el café sólo sentado en la mesa de siempre….
Esa mitad que completa tu vida, ese medio limón con toques amargos que nunca olvidarás, el imprescindible, el impredecible, el que nunca imaginaste que se iba a quedar y ahí sigue...
Y un largo etcétera que el día que fallan a su rutina, y lo que es peor, a la tuya, hacen que te preguntes dónde estarán…

Siempre me he prodigado no creyente... Quizás atea con matices...
Cuando la versión es directamente proporcional a tu historia, a tu vida, intentas por un nimio momento cerrar los ojos con fuerza y suplicar lo inevitable... 

Prefiero mi versión... y necesito contártela antes de que te vayas...

Cuando alguien muere, no se va solo.
Se lleva parte de tu alma porque necesita confeccionar sus alas para lograr volar junto a ti.
No se va solo… porque se lleva tu voz y la escucha con atención... Así logra guiarse en el camino que debe recorrer sin ti.
Se lleva los recuerdos, esos que tú ayudaste a construir en su historia... De ésta manera sonríe durante el camino para no aburrirse y hacer así más llevadero el viaje.
Cuando alguien muere, no te deja solo… Te deja parte de su alma, de ésta manera sabrás que vaya dónde vaya, llegue a dónde llegue, estará bien.
No te deja solo... Te deja el recuerdo de su voz, de ésta manera será tu conciencia y seguirá cumpliendo contigo, guiándote cuándo más te haga falta.
Te deja los recuerdos, los mismos que se lleva consigo, para seguir compartiendo y reinventando esas risas contigo.
Cuando alguien sabe que debe marcharse, que ha llegado su hora, sucede algo mágico, un tanto inexplicable… No se quiere alejar, entonces cambia de forma, tal vez efímera, siempre eterna, sólo para estar contigo.

Busca en los demás, a tu alrededor, un fragmento de él, busca y lo encontrarás…
Busca, porqué ahí está…
Tras la angustia, el dolor inicial, tras los arrebatos de locura y enajenación, tras la rabia contenida y el sentimiento de injusticia, en cualquier rincón cercano a tu persona, ahí está.
Quedan muchas personas físicas a tu lado, muchas de ellas tendrán parte de él…
Ábrete a gente nueva, cuida a los que permanecen… Llénalos de amor y alegrías, llora y ríe con ellos, comparte y deja que compartan contigo…
Vuelve a crear esa historia en la que sean dos cuerpos y una sola mente.
Él así lo habría querido. Quiere que sigas enriqueciéndote de todo lo que te rodea.

Cuando alguien muere, aparece esa magia inexplicable para unos, imposible para otros…
Decide permanecer cerca para cuidarte… Decide permanecer cerca para recordarte todo lo que debes vivir...
Cuando se te nubla la vista, es Él, quién pasa frente a ti.
Cuando sientes escalofríos inesperados, es Él, quién te abraza.
Cuando algo te sale mal, es Él, quien te da el toque de atención para que espabiles. 
Cuando tienes frío por la noche, es Él, quién llega y te arropa en medio de un mal sueño.
Cuando tropiezas, es Él, quién te pone una zancadilla para pavonearse y reírse de ti.
Cuando te levantas esas mañanas y no hay forma de arreglar lo que ves en el espejo, es Él, quién se burla de lo mal que te ves.
Cuando sonríes y se te escapan carcajadas sin motivo y de la nada, es Él, con su ironía y sarcasmo que acaba de hacer una de las suyas.
Cuando alguien muere, se marcha, pero no quiere dejar una estela de tristeza inevitable…
Simplemente porque Él, estará bien.
Ese alguien permanecerá siempre en ti, dispuesto y atento para guiarte mientras te llega el momento a ti, y a partir de ahí, esperará con eterna calma, para acompañarte en el que sea tu viaje de regreso, para ver tu rostro de incrédulo, y reírse a carcajadas contigo de nuevo.

Puede resultar difícil de creer, pero estoy segura de que así sucede cuando entras en el alma de esas personas que conforman tu vida, tu historia…
Nadie se aleja demasiado cuando el alma es compartida…

Dicho ésto, Maldito Cabrón, intenta cumplir todos y cada uno de los puntos mencionados en mi versión oficial sobre lo que quiero que me suceda cuando ya no estés...
De lo contrario, el día que te encuentre de nuevo, atente a las consecuencias!

Sabes de sobra que no sé hacer ésto de otra manera...

Gracias por el camino recorrido, por las enseñanzas, por esos momentos de guerra y por mil cosas más que no cabe mencionar...

Cuando llegue el momento, te echaré de menos... Y prometo celebrarlo con una merienda de las tuyas, en eso, no te fallaré.



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