sábado, 17 de agosto de 2013

Dicen...

Dicen de los que queremos ser poetas, que escribimos para condenar, quizás para hacer enloquecer, tal vez para matar.
Dicen que plasmamos nuestros pensamientos más íntimos sobre un papel en blanco, para luego obligar a nuestros reos a leerlos y condenarlos así a una muerte en vida que los somete a pensar, a identificarse con nuestras letras, a leer entre líneas, aquello que tanto nos cuesta expresar a través del diálogo verbal…
Dicen, que enamoramos sin piedad ni recompensa, sin tener en cuenta que desencadenamos tormentas de sensaciones, placeres o maldiciones sobre nuestros lectores…
Dicen, que somos malvados por despertar el sentimiento, por hacer alegoría sobre el amor y sus contratiempos, por enervar con palabras efímeras y decoradas la vida secreta de cualquiera…
Dicen que robamos historias, que inventamos gratuitamente, que vivimos del fantaseo y que hacemos de la carencia personal, un entramado de deseos que nunca haremos realidad…
Dicen, dicen, dicen…

Mientras algunos dicen… Yo, voy a seguir escribiendo…



lunes, 5 de agosto de 2013

Ese desconocido tan habitual

Observando lo arcano de tu pasado, entiendes que es imposible intentar siquiera comprender el poder que tiene…
Puede sostenernos en tiempos duros…
Motivarnos para hacer extraordinarios sacrificios en tiempos de euforia y fortaleza personal…
Puede obligar a hombres decentes a cometer las fechorías más siniestras, o empujar a mujeres corrientes a buscar verdades ocultas que al final nunca consiguen vislumbrar si han existido o son simples espejismos en el desierto de su historia.
Mucho después de que lo hayamos olvidado, o incluso extirpado, o creamos que ha desaparecido, él, permanece grabado a fuego vivo en nuestra memoria, y revive al antojo de las horas y sus contratiempos…
Le encanta ese juego llamado: En el lugar y momento equivocado.
Algunos, lo buscan eternamente…
Otros juegan con él hasta convertirlo en nimio e incrédulo a ojos ajenos…
Unos creen saberlo todo sobre él.
Otros, jamás lograran controlar el desorden que genera cuando llega.
Para algunos, descubrirlo, es la vida, una expectativa, un proyecto, la ilusión, esa sonrisa perenne.
Otros, después de haberlo encontrado, hubieran deseado no haberlo hecho...
Viene...
Va...
Permanece...
Desaparece...
Siempre con palabras perfectas al nacer...
A su marcha, tan sólo un desdén de silencios callados.
Él, el que siempre provoca que cuando el héroe indicado no llega, tengamos que rescatarnos a nosotros mismos para poder salir del abismo en el que nos hace caer.