sábado, 17 de agosto de 2013

Dicen...

Dicen de los que queremos ser poetas, que escribimos para condenar, quizás para hacer enloquecer, tal vez para matar.
Dicen que plasmamos nuestros pensamientos más íntimos sobre un papel en blanco, para luego obligar a nuestros reos a leerlos y condenarlos así a una muerte en vida que los somete a pensar, a identificarse con nuestras letras, a leer entre líneas, aquello que tanto nos cuesta expresar a través del diálogo verbal…
Dicen, que enamoramos sin piedad ni recompensa, sin tener en cuenta que desencadenamos tormentas de sensaciones, placeres o maldiciones sobre nuestros lectores…
Dicen, que somos malvados por despertar el sentimiento, por hacer alegoría sobre el amor y sus contratiempos, por enervar con palabras efímeras y decoradas la vida secreta de cualquiera…
Dicen que robamos historias, que inventamos gratuitamente, que vivimos del fantaseo y que hacemos de la carencia personal, un entramado de deseos que nunca haremos realidad…
Dicen, dicen, dicen…

Mientras algunos dicen… Yo, voy a seguir escribiendo…



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