mudarme a otra mente,
a otra cabeza,
o transplantarme como una flor
a una maceta,
una maceta blanca
que no haya aprendido a saberte
que no te piense
que no te busque
que no te halle
que no te encuentre.
Que no se tropiece con tus labios
y estas ganas miserables de beberte,
de beberte de golpe, de un solo trago.
Mudarme
a una piel que no te pronuncie,
que no sepa tu nombre
y no anhele derramarse entre tus manos.
Mudarme
a la inerte carne de una estatua,
que no sepa de ti,
que no pueda llorarte en la distancia.
Mudarme a otro aliento,
a otra boca, a otro beso
a otro cuerpo
que no sienta este deseo
este deseo irracional que por ti siento…
Sí, algunas veces pienso en mudarme de mí
o dejar que mi piel se consuma en este fuego.
(Ángela C. Aranda)
No hay comentarios:
Publicar un comentario