jueves, 9 de mayo de 2013

Cada parte del todo....


EL TIEMPO

El tiempo, ése tan relativo, ése que presume de que todo es locura, ese regalo que se nos da con fecha de caducidad, el supuesto consuelo de cualquier alma errante.
El tiempo, aquel que algunos definen ser oro…
Ése que es hoy y ahora, y que aquí se me escapa…
Ése que se cuenta en días, semanas, en horas, en minutos, en segundos, y en un porcentaje muy elevado de seres, en lágrimas...
El tiempo, que todo lo da y nada devuelve…
El que no retrocede y simplemente pasa…
El tiempo que engaña, que se disfraza de eternidad y en un instante acaba cerrando telones de escenarios en ensayo.
El tiempo, ese divino tesoro que marca la experiencia de los ancianos, quizás, tal vez, la riqueza de aquellos  sabios no escuchados…
El que se entrega, el que marchita, el que se aprovecha o se tira sin más.
El tiempo que muere cuándo se mata, el que aparentemente se para y no avanza.
Del que todo o nada se aprende…
El que ansías y del que te cansas…
Esa fábrica de momentos...
Ése baúl de recuerdos...
Me obsesiona el tiempo…
Captar cada instante, vivir mi momento...

MI CORAZÓN

Lo reconozco, puedo llegar a ser poco atenta con mi corazón y a pesar de ser consciente de la importancia de este músculo vital, cada vez que decido sacarlo de casa, olvido ponerle su caparazón.
A primera vista, quizás pueda carecer de importancia, pero a la larga se va debilitando y las cicatrices que dejan a su paso el polvo y el viento, son cada vez más y más imborrables.
Mi corazón es fuerte, porque debe hacer frente a las inclemencias del tiempo, con la única protección que le ofrecen mis brazos contra el pecho…
No se rinde, aunque a veces se deja pisotear, pero es valiente.
Es transparente y no entiende de corazas…
Y, quizás, es cierto… No aprende a ser menos inocente.
A veces, me alegro de no disfrazarlo, porque siento con más intensidad que nadie, deseo cómo nadie...
Mis alegrías son más alegres, mis amores más apasionados y mis sonrisas eternas e interminables…
Aunque, eso implica también, que es más agudo mi dolor, más profunda mi pena y más grande mi decepción.
Mi corazón es mío, pero también lo entrego, lo regalo, aunque a veces, quizás demasiadas, me desgarra el alma  vivir con el corazón en cueros...


EL SILENCIO

El silencio, es lo que queda cuándo te marchas, cuándo te dejo, aquello que quiero guardar cuándo me besas, lo que a veces pretendo gritar cuándo callas.
El silencio, es más que no decir con las palabras, quizás es hablar con las miradas.
El silencio, ése que en ocasiones sabe a decepción…
Otras, te salva…
El silencio, es lo que dejaste sobre mi piel y guardé al llegar a mi cama, escondiéndolo bajo mi almohada y que me permito el lujo de resucitar cuándo me faltas.
El silencio, a algunos les sobra y de vez en cuando a mi me falta.
Es gritar, desgarrarse el alma cuándo no se puede decir nada más.
El que, a algunos incomoda, a mí me transporta a esos lares por los que alguna vez deslicé mis pies descalzos,  allá, a dónde quizás no puedo volver y dónde no tengo nada que explicar.
El silencio llega no sólo cuándo no se encuentran las palabras, también aparece cuándo el mundo se para…
Se para, porqué vienes y me abrazas… Y me tocas, y al tocarme, muero en silencio tras cada leve caricia, muero porqué no hacen falta las palabras...
El silencio, ése a veces tan prudente y cauteloso…
Otras, tan estridente que ensordece y mata…
El silencio, ése que es sólo mío, aunque a veces lo comparta…

DECEPCIÓN

Hay algo peor que acostarse con la decepción... Despertarse con ella.
Ella es así, acude cuándo menos te lo esperas y golpea sin quererlo y con fuerza dónde más duele…
No puedes deshacerte de algo que se impregna en tu piel, algo que, desde ese instante pringoso, se queda contigo incluso cuándo no quieres que esté.
No creo que pueda conocer nada peor que la decepción… 
Ese sentimiento frustrante que llega sin haber sido invitado y cómo un tsunami devastador, desmorona Tu todo…
Tu manera de concebir aquello que creías importante, aquellos a quienes creías relevantes, para luego quizás, descubrir que resultaron no serlo.
La decepción es fruto de aquellas expectativas que no se cumplieron, de ese conjunto de ideas preconcebidas con entusiasmo, esperanzas e ilusiones…
Aquello que decidimos que debe ser algo o alguien en nuestra historia.
Ni siquiera se puede echar en cara… 
La decepción vive dentro de uno mismo, uno mismo la despierta, es nuestro propio producto, el resultado de algo que nosotros mismos hemos generado.
Sin embargo, saberlo no consigue quitarme ese sabor amargo, esas ganas de gritar sin caer en la cuenta de que tal vez me haya equivocado yo, creyendo en alguien que nunca me demostró merecer estar dónde un día le puse.
Tal vez yo también decepcionara… Probablemente decepcione… Aunque me esfuerzo a diario por no hacerlo.
Una no puede evitar esperar algo de aquellos que siente importantes… para mi la indiferencia es una utopía.
No es rabia lo que siento, no es rencor, ni enfado, es decepción.
Una decepción triste y amarga que me reblandece y me hace sentir pequeña.
Una decepción, cualquiera, me entristece cuándo lo apuestas todo.
Me decepciona incluso sentir, que hacer lo correcto no siempre es lo correcto…
¿Ser menos utópicos? Creo que no.
La realidad del hoy se ha alimentado de las utopías del ayer. Y aunque otros se ocupen de decepcionarnos y frustrar nuestras ilusiones, de lo que se trata es de ser lo suficientemente fuertes e inteligentes cómo para no dejar caer los brazos, y renacer siempre de las cenizas en que quieran convertirnos, o nos dejemos convertir.
Tu propia esperanza, y la de los demás, es más importante que los momentos de debilidad en los que inevitablemente caeremos.
A cada una de nuestras noches, le sigue el renacer de la mañana…
Esa es nuestra victoria personal…


SILENCIOS

Hace tiempo que pienso en los silencios y, he llegado a la conclusión de que hay tantos cómo palabras...
Los hay fríos e incómodos, pero también tiernos y cálidos.
Silencios pacíficos que invitan a quedarse y otros que te echan a patadas.
Silencios que murmuran, silencios que esconden.
Los hay que ríen y tranquilizan, y otros que callan y lastiman.
Silencios impregnados de vida, silencios con miradas ciegas que dicen todo sin decir nada. 
Silencios cómplices.
Silencios que pesan, silencios obligados, reprimidos y forzados...
Silencios mal guardados...
Que lloran, impotentes, silencios dementes...
Silencios que otorgan, silencios que defraudan.
Silencios que condenan en silencio.
Silencios que condenan al silencio.
Silencios, silencios, silencios...
El silencio, la mejor de las palabras y la peor de las mentiras.


DE NUEVO EL CORAZÓN

Ése que siente, ése que late y lucha, ése que ama, ése que capta y vive cada momento evitando el paso del tiempo.
Entra en ÉL... Descubre un lugar en el que ser inmortal... Entra en Él, una sola vez...




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